En posición de flor de Loto frente al espejo. ¿Por qué frente a un espejo? Sucede que pienso en las sombras. ¿y qué hacen estas, tus sombras? Es curioso… no termino de decidirlo. ¿Qué hay que decidir? Sinceramente, ya, nada. ¿Entonces, por que las sombras son un… asunto? No hay que temer decirlo, son una problemática, si, pero también, en ocasiones, me da tranquilidad que solo se trate de sombras. Una vez mas ¿Qué hacen estas, tus sombras? A veces molestan… ya sabe como son las sombras, ni más ni menos, precisamente así, a veces se interponen a lo que quiero ver y, siendo yo corto de vista, oscurecen todo y cuanto tengo entre manos, cuando esto sucede solo tengo que moverme hacia la luz, dejar la sombra detrás, ya sabe, como si se tratara de un papel que uno quiere leer, allí es donde encuentro reparo y tranquilidad, porque entiendo que, gracias a tratarse de sombras, basta solo con moverme para solucionar la problemática. ¿De modo que ya no hay problemática? Bueno, a decir verdad es asombroso el desafío que puede llegar a significar moverse hacia la luz. ¿Por eso el espejo? No, el espejo no reviste ninguna importancia para mí, no los veo nunca, directamente los detesto, aunque no viene al caso, pero me recuerda a las sombras, estos efectos falsos, los reflejos irreales, la mentira limpia frente a la cara, la persecución de la superficialidad, la memoria gastada, son la misma cosa, las sombras y la figura en el espejo. Y ¿piensa pasarse toda la noche allí hasta que llegue la iluminación? De ningún modo, eso sería convertirme yo mismo en una sombra, muy por el contrario, busco la iluminación en el descanso, no enciendo la luz, la apago. Lentamente la oscuridad se adueña del espacio, del mismo modo los sentidos se distienden, la velocidad de respuesta a los estímulos disminuye, y se espera que así siga siendo hasta que desaparezca, un jadeo lento aparece, el aire se solidifica y el tiempo se vuelve maleable, los pensamientos amansan, solo la oscuridad y algo muy similar a la muerte reinan este lugar, todo tinieblas, todo bruma, y yo, suspenso en el centro, no hay, ya, ni sombras ni reflejos, no hay memoria ni accionar, no hay efecto, hay todo solo yo. Una pequeña luz sin rebotes en la propia nada, como un hielo eterno e inerte en pleno desierto del vasto oriente medio. Una flor de Padma en el océano. Matías Marques Monteiro (m.marques.monteiro@gmail.com)