20/08/2014 - LLUVIA (extracto de "... a la Dueña de las Lluvias").
Una cosa es la lluvia en la ciudad y otra muy diferente la lluvia en el campo.

Incluso, todavía en la ciudad, trataba de rescatar su importancia ante las lacónicas quejas de muchas personas que se sienten especialmente afectadas, molestas y hasta injuriadas por las lluvias con defensas tales como su carácter bondadoso y gentil, su generosidad para con toda vida que nace de la tierra.


Esta virtud es aquí aun más evidente. Me detuve mucho tiempo frente al fenómeno pensando diversas cosas, sin embargo, como con la fuerza propia de su naturaleza en ocasiones un silbido se vuelve huracán, mis pensamientos se han teñido de un color bastante similar al pálido claro de la muerte. Hoy un tizne sepulcral me ha consumido la mañana, estoy convencido de que hay muchos asuntos que puedo abordar mejor de un modo críptico, desde la superposición de ejemplos o, para no arruinar la metáfora, soplando una y otra vez sobre el viento, hasta que el remolino sea arrollador. Me gusta ir soltando, con la mano, mientras soplo pequeños papeles que se hunden en el remolino, en los papeles escribo paralelismos, de modo que lo esencial, lo franco, el mensaje especifico y referente al planteo original se encuentra allí, está latente en cada papel, ergo, en cada soplo. Elegí la lluvia por muchos motivos, pienso en su similitud con las hojas de doble filo, voy a soplar y voy a preguntar: ¿Estuviste, alguna vez, en medio de un temporal? Yo sí. Soplo nuevamente: ¿no te confundiste entre la más indefensa gota y el más violento viento? ¡Qué pena tan grande! El entrevero. ¡Qué infortunio! No saberse gota o furioso viento. ¿Qué soy acaso? ¿Relámpago o paloma? ¿Dictamen o condena? ¿Aseveración o pregunta? Soplo. ¿Consecuencia o axioma? ¿Vida u otra cosa entre ella y la muerte? (Suelto al viento una de esas bolsas plásticas de los mercados que nunca faltan en medio de los temporales callejeros) Soplo. ¿Soy víctima o victimario? Todos los huracanes y los remolinos tienen una arquitectura, este es su punto muerto. – ¿Cómo pueden configurar como cierto que soy todo aquello que destruyo mis anhelos infantes? O lo que es aun más… ¿Cómo pueden hacerme considerar que soy y debo ser tratado como un autentico psicópata? – Quiero gritar – ¿Por qué debo llorarme en cada lucha contra el terrorismo psicológico que se ha practicado en el niño que fui? ¿Con que derechos los unos me dan por otro y los otros por uno? ¿Por qué se me juzga tanto gota como viento, como sangre, como sudor, como lagrima, como vida, como escoria, como viejo, como marginado, como muchacho, como enfermo, como atadura, como emblema, como cosa alguna confundible con cualquier otra abismalmente opuesta? – quiero gritarlo a los vientos, pero un llanto anuda mi voz. Inspiro, entonces, soplo y suelto un papel en blanco. Los vientos no responden, o quizás, lo que es más acertado, no responden otra cosa que no haya sido formulada por mí mismo, pues yo y nadie más que yo, he soplado en este remolino, el azar o el místico orden han confundido las respuestas, han traspapelado, pero no devuelven cosa diferente alguna. Este helado pensamiento no se extiende, sin embargo, mas allá del momento en el que ha sido planteado y, en este caso, aquí plasmado, pues yo también he corrido, aquel día ceniciento, a agolparme en la pequeña ventana para ver el arcoíris. Yo también creí que la primera gota de lluvia sobre mi cara colmaba de felicidad el espíritu. Yo también camine tranquilo atravesando tempestuosas aguas sonriendo, porque, una vez empapado, no queda más que sonreír. Sigo creyendo en la hermosa generosidad de las lluvias. Sigo sintiéndome feliz porque alimentan la tierra que he aprendido a amar. No dudo de su belleza. Me consta su clemencia. No olvido el temor a confundirme, pero, hondamente, para mí, sé siempre quien soy, aunque llore; y seguiré soltando papeles al ritmo de los fiatos si es necesario, pero esta paz no me la arrancaran siquiera animándose, los vientos, a gritar todo aquello que se ha anudado con mi voz. Seguiré soplando. Matías Marques Monteiro (m.marques.monteiro@gmail.com)

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