Fueron tres dias donde no faltó nada. El color y la alegría que transmite el pueblo andino estuvo presente en la Plaza Bolivia. Ayer distintas bandas procedentes de Buenos Aires desfilaron por las calles. Ostende (por Sergio Michnowicz).- Los integrantes del Centro de Residentes del Estado Plurinacional de Bolivia estaban más que felices. Fueron tres días intensos donde la Pachamama, nuestra Madre Tierra, recibió las ofrendas de los mortales que le pidieron prosperidad, abundancia y paz. Y ayer, como forma de devoción por todo aquello que nuestra Madre Tierra nos entrega, las calles de Ostende se vieron colmadas de alegría, música y color. Distintos grupos invitados procedentes de Buenos Aires junto a sus hermanos de la colectividad pinamarense desfilaron por Avenida Victor Hugo desde Saénz Peña hasta la Plaza Bolivia, en Av. Central y Avenida La Plata. Danzas, trajes típicos, orquesta en vivo. No faltó nadie. Los vecinos, curiosos por el movimiento inusual de gente que el barrio vivía, acompañaron a las morenadas y tinkus (grupos) que por unos minutos inundaron de alegría y mucho color la calle. Con trajes que tuvieron un costo importante, según pudo saber EL MENSAJERO de boca de uno de sus organizadores. Y claro, no escatimaron en nada. El dorado es el preferido para hacer resaltar los distintos motivos, que van desde escorpiones, dragones, aves. Uno de los tinkus, procedente de Laferrere, contó con un cóndor que marcó en todo el momento el camino. Y repartió miles de fotos: todos se querían sacar una con él. En la plaza, se levantó una gran feria donde los espectáculos al aire libre también fueron de la partida. Allí la gente podía comprar de todo, desde ropa a calzados hasta adornos, música y electrónicos. Y por supuesto no faltaron las comidas típicas del altiplano, que tuvo una buena aceptación. La Fiesta de la Pachamama terminó. Y por unos días los vecinos comentarán aquellos momentos vividos en Ostende. Donde por tres días el barrio fue otro, lejos de la tristeza y más cercano de la vida.