Le gustaba hablar y debatir. Se sentaba en el bar del Pollo y desde allí desplegaba sus ideas de país ideal. Por sus venas la sangre progresista iba y venía, bien roja si se quiere. Y cuando se subía a un tablado, sus monólogos dejaban en silencio a la platea porque eran firmes y sin rodeos. Era actor y director de teatro. Escultor y tallador. Escritor y recitador. Tenía todas el "Flaco" y era difícil pelearse con él. Mas de una vez lo vi trabajando con su martillo y su cincel, y varias de sus obras hoy están sembradas en estos dos mundos. Solo en Pinamar, recuerdo el rostro de la madre Teresa de Calcuta en la plazoleta ubicada en Ostende a pocos metros de la rotonda de La Plata y Victor Hugo. El Cristo Crucificado de la Capilla del Perpetuo Socorro en Cariló, la imagen de Baden Powell en la entrada del Grupo Scout Nuesta Señroa de la Paz, las imágenes tamaño natural de Carlitos Chaplin y "Felipe", el personaje que hizo Luis Sandrini, el maravilloso "Sol de Acuario", esa raíz de eucalipto tallada una por una y que por estos días se expone en el playón de cultura sobre la Avenida Bunge... Una vez acompañó a los pescadores artesanales en la fiesta que para Semana Santa organizaban. Se trajo la madera, la mesa y las herramientas. Y delante de todos fue creando una obra. Sus manos curtidas por el tiempo y la experiencia fueron modelando ese pedazo de leño muerto hasta darle una renaciente vida. Y fue tanta la vida que generosamente repartió que hoy el Flaco decidió emprender un viaje largo y eterno. Para esculpir nubes, discutir con los ángeles o simplemente charlar con Dios. Un abrazo enorme Alberto Gervasio, el "Flaco". El mago del cincel y la palabra...