26/01/2023 - 26º ANIVERSARIO
Los vecinos de Pinamar recordaron a José Luis Cabezas

El acto se llevó a cabo a las 20 horas en el monolito que guarda su memoria. Asistieron residentes, turistas, periodistas, guardavidas y docentes.


Pinamar ©.- Como sucede desde el primer día que se cometió el crimen hace 26 años, los vecinos de esta ciudad se movilizaron una vez más al monolito de José Luis Cabezas, para rendirle un especial homenaje al reportero gráfico asesinado por una banda integrada por policías, malvivientes y poderosos.


Detalles


Como todos los años, a las 20 horas se dieron cita residentes y turistas, periodistas de distintos medios, sindicatos como la Asociación de Guardavidas de Pinamar y SUTEBA, la presidenta del Concejo Deliberante Analía Figueroa, entre otros.


Hubo una exposición a modo de “línea de tiempo” en donde los presentes pudieron conocer la historia de José Luis, el antes y después del crimen, y el doloroso presente con los asesinos en libertad.


El periodista Sergio Michnowicz hizo un racconto de cómo se creó el espacio en donde todos los años se realiza el homenaje al reportero gráfico. De aquellas primeras marchas sigue en pie una bandera con la frase “Los pinamarenses no nos olvidaremos jamás de José Luis Cabezas” confeccionada por vecinas de esta ciudad y que la porta en cada acto María Alzungaray, una mujer entrerriana que vive en Valeria del Mar.


Luego Lola Ripoll, reportera gráfica de La Plata, leyó unas palabras en donde resaltó la parte humana de José Luis. “Memoria Latente. El 25 de enero de  1997 asesinaron al reportero gráfico José Luis Cabezas. A  26 años del crimen, a los jefes de la instrucción policial que fueron relevados bajo sospecha de encubrimiento,  aun, la justicia no los ha  investigado. Sus asesinos caminan libres sin haber cumplido, ni siquiera, una cuarta parte de la condena que se les impusiera aquel 2 de marzo del año 2000.


¿Pero quién era José Luis, o José para sus seres queridos?


José Luis tenía 35 años, 3 hijos, 8 años de profesión y  un premio a la mejor fotografía del año cuando lo mataron.


En 1993 conoció a Cristina en la “Posada del Rey” de Pinamar, donde se hospedaba mientras cubría temporada. La miraba de reojo hasta que se animó y la invitó a salir.  Se besaron por primera vez en Valeria del Mar, recostados en la arena, y se mudaron juntos a un diminuto departamento, alquilado,  en planta baja en la zona de Palermo de Capital Federal, siempre ajustadísimo para llegar a fin de mes (como todo  trabajador de prensa).


 Todas las mañanas José Luis le decía:


 - “Pajarito!, ¿sabes que tengo la mujer que amo y soy feliz?”…


Los domingos, el café con leche era el desayuno en la cama que se estiraba con fiaca hasta la media mañana, cuando sus hijos se metían en la cama  a ver  la tele:


- Dibujitos!!!(Gritaba Agustina)


- Carreras!!!! (Retrucaba Cabezas).


 La batalla era campal….


José Luis venia de un barrio humilde, no terminó el secundario y trabajaba duro desde los 16 años, no por hobby sino por necesidad: 


-“Porque a mí todo me cuesta mucho, lo mío es laburo, laburo, y laburo. Eso es lo que me enseño mi viejo que vino de España” contaba siempre.


Al principio sacaba  retratos de chicos en las plazas y hacía fotos de sociales. Trabajaba sin descanso; no se le escapaba detalle. Cada vez que lo saludaban contestaba con una sonrisa extremadamente larga y socarrona:


- “Acá estoy chabón, cansado de que me vaya bien”.


Cuando entró a la editorial, antes de cada nota, armaba y desarmaba el equipo tantas veces como pudiera, por lo general no menos de 3. No dejaba margen al error. Era un obsesivo que vivía con las imágenes en la mente. Cada vez que llegaba a trabajar se paseaba por la redacción besuquiando a todos.


En uno de los viajes cuando pisó suelo canadiense se abrazó al cronista que lo acompañaba y llorando le dijo:


 “Sabes lo que es para mí estar acá hermano, yo soy un laburante que nació en Avellaneda, sabes lo que es para mí estar acá”.


Y más tarde agregó entre risas:


“¿Viste lo que el tipo consiguió no? Soy un chabón bravo…”


A ese tipo cuando se reía los ojos se le achinaban en una mueca casi  infantil, a pesar de que era miedoso y le tenía miedo a los aviones. En cada viaje dormía con la luz encendida y  la tv prendida. Y si algo quedaba claro era que el  hacía FOTOS  y no fotitos. A Candela le decía “PATULINA”  y jamás volvía de un viaje sin los regalos para sus hijos.


Con los amigos era infalible, dicen ellos, mientras que con cada relato se puede ver  una lágrima contenida en sus ojos, cada vez que lo recuerdan. Los asados, las charlas, los partidos de futbol,  y los chistes en los tiempos nulos de trabajo son las anécdotas más recordadas. Uno de sus proyectos más audaces era ir a sacar fotos carnet a China. José sostenía que era una actividad rentable y económica porque sólo iban a necesitar revelar un sólo royo de fotos, dado que los chinos son  todos iguales.


Así era José Luis, un tipo divertido, ocurrente, frontal, terco  y que escribía con la zurda. Siempre tenía respuesta para todo.  A veces era intolerante y cabrón pero a la vez ingenuo como un chico. Tenía urgencia por vivir: “soy feliz “decía cada tanto. Era ingenioso, casi ecologista, cuidaba su ficus como si fuera un tesoro. Tenía una colección de películas de Hitchcock y un Ford Escort usado. Creía en Dios y odiaba la mentira. Para el existían los buenos y los malos.


Cuando  nadie lo miraba imitaba a Serrat, a Sandro y a Fabio. Le encantaba las canciones Rubén Blades como la de “Pedro Navajas”,  escuchaba a Memphis la Blusera  y a los Fabulosos Cadillacs; cantaba a todo volumen  mientras iba en el auto con Juan (su hijo del medio) “Matador”  y con Agustina, la mayor, coreaban “La bilirrubina” de Juan Luis Guerra repitiendo a viva voz: “me sube la bilirrubinaaaa cuando te miro y no me miraaassss”….


A Maximiliano Guerra le encantaba verlo bailar, le gustaba muchísimo el ballet. Leía mucho en cada lugar donde  podía: en el subte, en su  casa, en todas partes!…


Era fanático de Osvaldo Soriano y Julio Cortázar y mientras  leía solía poner de fondo a Lito Vitale, Emerson Lake and Palmer, y DireStraits.


José Luis Cabezas era ese tipo de la carcajada inimitable, el de la barba que no terminaba de crecer, el del mal humor repentino y el bufón improvisado. Pero además fue el fotógrafo que salió del molde y nos enseñó, quizás sin quererlo, el compromiso con la profesión y el valor de la libertad de prensa.


Cabezas, ese nene regordete y de ojos azules, de mirada sincera y transparente, nació de un parto por cesárea en la clínica “La Merced” de Wilde un 28 de noviembre de 1961 y se convirtió en mito, en historia viva y memoria latente donde se proyectan y comulgan los sueños más sensibles. Y José Luis Cabezas “pasó a simbolizar a muchos de ellos,  porque lamentablemente fue una víctima emblemática de nuestras peores e  imperdonables pesadillas.”   Y así, José Luis pasó a ser de todos, de los periodistas, de los reporteros que con cada “Cabezas presente” levantan su cámara hacia el cielo y gritan con el más profundo sentimiento, como si así se pudiese curar tanta impunidad imperante. José, también es de los chicos que juegan en las plazas que llevan su nombre y  de aquellos que salieron a la calle a reclamar justicia. José Luis Cabezas es de todos y por eso no  debemos olvidarlo jamás. #PorCabezas #MemoriaLatente.


Más adhesiones


Luego el locutor Hernán “Cheva” Echever leyó el comunicado de ARGRA, la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina, en adhesión al acto de Pinamar.


Otros de los textos leídos fue el recuerdo del periodista Gabriel Michi, último compañero de José Luis en la revista Noticias. “José Luis Cabezas nunca quiso ser un símbolo. Ni lo imaginó. Quiso ser lo que fue: un gran fotógrafo y un padre, esposo, hijo, hermano y amigo siempre presente. Paradójicamente sus asesinos hicieron que se convierta en un símbolo. Y le quitaron la posibilidad de seguir siendo lo que fue: un hombre de bien, presente físicamente entre sus seres queridos. Sin embargo, está presente.


Más presente de lo que nadie podía imaginar. No sólo entre los suyos sino en el recuerdo de miles, millones, que jamás lo conocieron. Otro fracaso de sus ejecutores. Y de la mente mafiosa y criminal que pensó que quitando del medio al fotógrafo que lo sacó de las sombras y le puso rostro, se acabarían sus problemas. El mismo que creía que tener poder era sinónimo de tener impunidad. Una impunidad que lo emborrachó y cegó y le impidió ver que los ojos de José Luis lo seguirían mirando hasta el final y que su cámara se reproduciría en miles de otras de sus colegas. El mismo que pensó que el mensaje mafioso nos llevaría al silencio pero logró que gritáramos mucho más fuerte. Y que huyó como un cobarde –él que había impuesto el miedo como doctrina- cuando la Justicia pidió su captura.


José Luis ya no fue uno. Fue miles. Fue millones. Se transformó en un símbolo sin quererlo, sin imaginarlo. Y su ausencia lo hizo estar más presente ya no sólo en su familia, sino entre multitudes que ni siquiera lo habían conocido. Gente de bien que reclamó por su memoria. Que reclamó justicia. Y también se hizo presente en sus asesinos, los mismos que pretendieron ausentarlo.


A 26 años del crimen más atroz contra el periodismo y del ataque más terrible a la Libertad de Expresión desde el retorno de la democracia en Argentina, José Luis Cabezas sigue presente. Pese a la injusticia de la libertad de sus asesinos. Sus fotos nos iluminan. Sus ojos nos interpelan. Su ausencia física nos duele. Pero su presencia permanente nos guía. Como un faro. Un hombre que nunca quiso ni imaginó ser un símbolo, pero que en eso lo transformaron. Un hombre que sólo quiso conquistar imágenes. Y lo convirtieron en una contundente. La de la búsqueda de la verdad. De justicia. De libertad. José Luis estará siempre presente. Nunca te vamos a olvidar. Te extraño, amigo.”


Las docentes Sheila Acosta y Daniela Rúmbola también hicieron uso de la palabra, donde explicaron un trabajo realizado por alumnos de la Escuela Secundaria 4 ARVIS de Pinamar sobre el caso Cabezas y que fuera llevado al Encuentro Final del Programa “Jóvenes y Memoria. Recordando para el Futuro” llevado a cabo el año pasado en Chapadmalal.


Luego el periodista Julio Petrarca recordó el alto porcentaje de trabajadores de prensa muertos en el último año, siendo los reporteros gráficos quienes encabezan la lista. Y reflexionó sobre el presente del trabajador de prensa.


Finalmente, los presentes plantaron un árbol (un jacarandá en este caso) en uno de los sectores del monumento. Una tradición que se cumple en cada aniversario. Para que nunca nos olvidemos de José Luis Cabezas y de su legado: la vida por más justicia.


26/01/2023


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