24/03/2017 - OPINION
Lo que dejó Pantalla Pinamar y lo que vendrá

Pantalla Pinamar es un festival de cine argentino-europeo que ya lleva 13 ediciones y que se supo ganar un lugar en el mundo. No es un lugar cualquiera, es un sitio de referencia en el concierto cinéfilo internacional, cuyo fundamento supera a su propia razón de ser, es decir las películas.


Tandil (por Julio Varela *).- El principal motivo de su posicionamiento es la participación del público. Pinamar, vale aclararlo, tiene 42.000 habitantes y en este reciente festival acudieron, en ocho días, 35.000 personas. Cuando arrancó, los espectadores fueron 8000 que igual es una cifra más que destacable (en el festival de Tandil -140.000 habitantes- y con entrada gratuita nunca se alcanzó ese número).
Dada la fecha, no hay un aluvión de visitantes pero eso no impide que se convierta en un puntal turístico debido también a la gran cantidad de periodistas que vienen de distintos puntos del país (hasta de Misiones) y, obviamente, por los actores, actrices, directores y productores argentinos y extranjeros. La mirada de estos se convierte en el mejor testimonio. En una mesa de rumanos, suecos y españoles, la sentencia fue clara y unánime: “lo que se vive aquí no ocurre en ninguna lugar del mundo, que la gente colme las salas a las 12 de la noche de un día de semana o al mediodía con un sol pleno y la playa ahí nomás, es algo que no se puede creer. Hemos recorrido varios festivales con nuestras películas y esto no lo hemos vivido nunca. Y eso que acá casi todas son obras de autor, la mayoría desconocidas, sin critica previa ya que casi todos son estrenos y no hay films comerciales”.
Semejante definición de artistas extranjeros resume pues porque este festival tiene un lugar bien ganado en el mundo, pero también cómo ha logrado convertirse en un ícono pìnamarense, transformado ese otro pequeño mundo de una ciudad que queda adormecida después del verano. Pese a todo esto cuesta entender porqué entonces durante toda esa semana a puro cine, llovieron los rumores sobre la desaparición de este y otros festivales en la Argentina.
Más que rumores fueron indicios. No estuvo el presidente del INCAA –el ente organizador junto con el Municipio de Pinamar- y para la ceremonia de cierre enviaron desde el Instituto a un gerente de administración. Como si esta señal no bastara, cayó un comunicado diciendo que “no podemos poner fecha para el año próximo”, algo que nunca ocurrió con Pantalla Pinamar que siempre se despidió con la imagen del logo del próximo año y los días de realización.
No fue en vano que, en conferencia de prensa, cuando Carlos Morelli -director del Festival- dio a conocer que las salas estuvieron colmadas en un 96% y reiterando que habían pasado 35.000 personas, sumergió su rostro en un brazo y estalló en un llanto como nunca antes había sucedido. Para los periodistas presentes ese será un momento imborrable, más que cualquier maravilla fílmica. Es que Morelli, como si intuyera un final, se desplomó pero sin hablar sobre el tema. No hacía falta. La congoja fue de todos y sólo un fuerte aplauso pudo romper ese momento de lágrimas y tensión. Los encargados de prensa –Martín Eichelbaum y Eloisa Ibarrola, impecables en su tarea-insinuaron una especie de despedida a la hora de agradecer a los cronistas tras ocho intensas jornadas de conferencias, aunque aclararon que “esto no es el final”. Pero en verdad nadie lo sabe.
En la ceremonia de cierre todos los que subieron al escenario se refirieron al tema con sutilezas pero instando a que el festival debe seguir, siendo la más enfática Graciela Borges al señalar “señores del INCAA pongan la fecha de la próxima edición”. Algunos espectadores llevaron hasta pancartas con la leyenda “No a la suspensión de festivales”, en alusión a los rumores que hablan de una barrida por todo el país de estas posibilidades de ver un buen cine, un cine diverso y distinto, condiciones que al parecer no son muy significativas para la nueva gestión del INCAA. Es triste que más de la mitad de esta crónica se haya empleado para hablar de este tema y no de las películas, pero es insoslayable.
En materia cinematográfica propiamente dicha hubo varios títulos reconfortantes en más de un sentido. El pre estreno del film nacional "Maracaibo", con un magistral Jorge Marrale, es para ir agendando ya. Un drama sólido que pudo haber descarrilado en un thriller policial pero prefirió un tono menos efectista para hablar de la culpa y de la relación padres e hijos. Dirigida por Miguel Rocca, interviene junto a Marrale y Mercedes Morán.
Otra película argentina, "El invierno", además de ser muy elogiada por el público, se llevó el premio Balance de Oro al mejor estreno del año pasado dejando en el camino a "El Ciudadano Ilustre". Y también hubo un debut como director, el del actor Fernán Mirás con su opera prima "El peso de la ley".
"Sandrini", un documental sobre la vida del eterno Luis y dirigido por su hija Sandra, fue otro de los atractivos a pesar de una realización sin mucho vuelo pero interesante para conocer la historia del inolvidable actor. "Soldado Argentino (sólo conocido por Dios)" y "El faro de las orcas" son otros títulos nacionales que se vienen con fuerza para su estreno comercial, al igual que "Pinamar", el segundo opus de nuestro conocido Federico Godfrid (docente de la Facultad de Arte de la UNICEN) que ya pasó por Biarritz y Mar del Plata, con buen suceso.
Lo que no se entiende es qué tenía que hacer en esta programación de producciones vernáculas, "Me casé con un boludo", dirigida por Juan Taratuto y producida por Alejandro Cacetta, presidente del INCAA.
La presencia más relevante del festival fue la del director polaco Krzysztof Zanussi, quien presentó su última creación "Cuerpo extraño", donde vuelve a ahondar en su tema preferido: la espiritualidad en choque con el mundo moderno. Una de las mejores películas que se vio en el festival junto con "La graduación" (Rumania, de Christian Mongiú) que obtuvo la Palma en Cannes al mejor director; "Frantz", del inefable francés Francois Ozon y el film que sirvió de apertura, "Elle", con una impresionante Isabelle Huppert dirigida por Paul Verhoeven. Saludable el retorno del cine italiano a esta pantalla con "Por siempre jóvenes" (una comedia de “las de antes”) y "Entre nosotras", con la sugerente Margherita Buy.
Sin embargo el film que rompió con todos los moldes fue sueco: "Ésta es mi sangre", de Amanda Kernell. Casi cien personas se quedaron sin entrar ya que las localidades se agotaron rápidamente para ver este drama sobre una adolescente lapona que sufre el racismo en la Suecia rural de la década del 30. Otras obras importantes fueron la danesa "Tierra minada" y la alemana "Toni Erdmann", ambas candidatas al reciente Oscar como mejores películas extranjeras.
En tren de subjetividades, lo mejor del festival fue una deliciosa película española, "La puerta abierta", dirigida por una argentina radicada en Madrid hace años, Marina Seresesky, con las geniales interpretaciones de Carmen Machi, Terele Pávez y Asier Etxeandía en una historia centrada en el mundo de la prostitución pero que habla de la familia y de la soledad. Tiene humor y ternura por partes iguales, ojalá pueda verse aquí. Otra película española aplaudida estruendosamente fue "Los comensales", de Sergio Villanueva, un ejercicio de improvisación rodado en sólo dos días montado sobre cinco actores de teatro que se reúnen a disfrutar un almuerzo y a charlar sobre las puestas en escena y la escena de la vida. Una rareza que arrancó la máxima ovación.
Tandil presente
Como no podía ser de otra manera, Tandil volvió a estar presente a través de los hermanos Juan Carlos y Federico de la Torre con sus afiches. Los coleccionistas –ya reverenciados en el mundo cinéfilo internacional- presentaron la muestra dedicada a los 80 años de la creación de los estudios Cinecitta, esa Hollywood del Tíber como se la denominó, fundado en épocas de Mussolini y que con el tiempo se consolidó como el centro cinematográfico por excelencia por donde desfilaban todos los grandes.
Allí se rodaron películas como "Ben Hur", "Cleopatra", "Los inútiles", "La Princesa que quería vivir", "Quo Vadis", "La caída de los dioses", "Amarcord", "El baile" y tantas otras joyas. Pues bien, los afiches de esas perlas pertenecen a ese baúl envidiable y secreto de los hermanos De la torre que permitieron que el público los pudiera apreciar, invitados especialmente por Pantalla Pinamar y su director Carlos Morelli quien ya hace varios años que no duda en llamarlos para que expongan sus carteles, este tesoro inmaculado que forma parte de la historia del cine. Seguramente serán convocados para el 2018 siempre y cuando prevalezca el sentido común –ni siquiera hace falta la inteligencia- de preservar este y todos los festivales. Porque tienen ganado un lugar en el mundo.
(*) Periodista del Diario Nueva Era.

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