En la primera sesión ordinaria de noviembre se trató un proyecto de ordenanza  propiciado por el vecinalismo que no obstante ser aprobado por mayoría, para muchos tiene destino de ser vetado por el Intendente Yeza. El eje central de la nueva ordenanza tiene que ver con las colillas de cigarrillos y el hábito de fumar en el espacio de playa.

Hubo dos corrientes de opinión, una estuvo orientada a que pasara a comisión y la segunda con que se tratara pero con algunas modificaciones de su articulado, iniciativa que prevaleció y se realizó en un cuarto intermedio, previo a la votación.

La misma se realizó resultando aprobada por los votos positivos de los concejales Carlos Conti, Roberto Elorz, Guillermo Migliorini,  Daniel Bermúdez, Gabriela Ferretti y Gregorio Estanga, la abstención del concejal  Augusto Urrizola, y las negativas de los concejales Camila Merlo, Lucas Ventoso, Nora Ponce, Alejandra Apolonio y Marcela Uhrig.

Al respecto, esta última detalló que la norma votada tenía antecedentes en el paso de un reconocido ambientalista por las huestes electorales de Propin, quien entre sus propuestas tenía la de prohibir la venta de cigarrillos en Pinamar.

            Lo cierto es que el tema se sobrevoló en varias oportunidades pero recién en esta oportunidad se trató formalmente: “La iniciativa la sube Propin y consta en, de alguna manera, restringir el hábito de fumar y para ello propone habilitar sectores de fumador en todas las playas, lo que implica la colocación de ceniceros cada 100 /150 metros, carteles de señalización, entre otros. El proyecto original proponía fuera del sector podía acercarse a la zona habilitada, utilizar el cenicero y dejar la colilla”.

Según trascendió, la figura familiar de un turista o residente fumando debajo de su sombrilla iba a ser pasible de una penalización. En este punto varios concejales hicieron hincapié en que si no se podían controlar los cuatriciclos o los vendedores ambulantes en playa mucho menos se podía contar con inspectores que fiscalizaran quienes fumaban en el espacio público.

            Dentro de las modificaciones realizadas al proyecto original es que la aplicación va a ser progresiva a lo largo de dos años, creando conciencia. Lo polémico de la ordenanza se evidencia en la votación dividida. Si analizamos detenidamente se tratan de dos temas dentro uno general. Por un lado las colillas y su efecto contaminante sobre el agua y por el otro, fumar en un espacio compartido con otras personas que no fuman.

Yendo un poco más allá parece que hay una mayor preocupación en controlar a quienes fuman tabaco que a los que habitualmente consumen en público cigarrillos de marihuana.