Refiriéndonos a la actividad física, en nuestro país el 54,6 % de los adultos mayores de 18 años es sedentario, según una Encuesta Nacional del año 2009. Esta situación favorece el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles como la obesidad, la diabetes, la hipertensión arterial, el cáncer de colon, la osteoporosis y el accidente cerebrovascular. ¿Por qué esta situación constituye una preocupación para la Pediatría? Porque los niños y adolescentes presentan los mismos riesgos. En la etapa de los 5 a los 17 años se deben acumular 60 minutos diarios de actividad física de Intensidad moderada a vigorosa. Puede ser efectuado en varías sesiones al día. Se recomienda efectuar 3 o más días a la semana, tanto ejercicios (como juegos, carreras y saltos) para mejorar la fuerza muscular de los grandes grupos musculares del tronco y extremidades, así como actividades que conlleven esfuerzos óseos para fomentar la salud de los huesos. Para que haya adherencia a los ejercicios, deben ser actividades divertidas, buscar las mismas en y junto a la familia, estimular el juego activo desde su aspecto lúdico, recuperar los espacios públicos, usar escaleras en lugar del ascensor, hacer tareas en la casa, en el jardín, usar la bicicleta, la patineta, bailar al escuchar música, saltar la soga, dibujar la rayuela en un patio y jugar. Se recomienda recuperar el juego en los recreos de las escuelas (está comprobado que el descargar tensiones mejora la concentración), colocar un aro de básquet en el patio, disminuir las horas frente a las pantallas de T.V. y computadoras (no más de 2 horas al día), estimular y acompañar a los hijos a hacer algún deporte. La práctica del deporte desde la niñez estimula el desarrollo motor, social, intelectual y emocional. Favorece el desarrollo de valores como la cooperación, la autonomía el diálogo y la responsabilidad. La actividad física debe estar acompañada de una alimentación saludable. Con respecto a la competencia dentro del deporte se puede decir que a los 12 años de edad cronológica se reúnen las condiciones psicofísicas y sociales para la competencia. Ya a los 6 años el niño compite pero el riesgo potencial comienza con las exigencias extemas por los resultados. Padres y entrenadores deben permitir al niño el deporte lúdico a esta edad. Parte de la carta de un niño a sus padres, entrenadores y dirigentes: "Sé lo que sufren en una cancha cuando juego, pero no me gusta que esto suceda, pues en ese momento yo soy feliz, estoy jugando y no sufriendo y lo peor, que desde adentro me parece que compitieran los de afuera sin siquiera divertirse...".