Hace poco más de 20 años, en el 99´, era coronada como Flor del Pago en nuestra Fiesta Nacional del Gaucho. Hoy le toca estar en “otro escenario“, trabajando como Técnica Sanitaria en el SEM (Sistema de Emergencias Médicas), en Cataluña.
Gabriela Arias, de 37 años, vive desde hace 17 en Girona, España, lugar al que quiere mucho, al igual que a su profesión.

-¿Cuál es tu trabajo?
Comencé en Cruz Roja de aquí, en el mundo de las ambulancias. Hacemos la primera asistencia en urgencias de calle, domicilios, accidentes de tráfico, etc. Tenemos un gran volumen de asistencias, con guardias de 24 horas seguidas.

Empezamos a las 7, cafecito de por medio, gran aliado del personal sanitario. Lo que más me gusta de mi trabajo es que todas las guardias son diferentes, nunca sabes cómo acabará. Es un trabajo muy gratificante, muy agotador psicológicamente, pero sobre todo muy vocacional.

Hemos ido más de una vez a la casa de gente mayor, que están solitos y a veces llaman porque necesitan compañía... y hemos acabado haciéndoles la comida, limpiando su casa o dándoles un abrazo.

-¿Cómo están viviendo la pandemia del coronavirus?
Las guardias ahora son alertas de pacientes con fiebre, tos y dificultad respiratoria (sospecha de Covid-19). Toda la guardia entera es así, con altibajos emocionales, por momentos crees que puedes con todo y a la vez invade el miedo, la angustia de contagiar a la familia.
Hacemos fila de ambulancias en el acceso al hospital para ingresar posibles casos. Se hace todo lo posible para que tengamos material para protegernos, nos manejamos EPIS (equipo de protección individual), pero al tener tanto volumen de trabajo se agota en mitad de la guardia. Estamos acostumbrados a trabajar con material moderno, ya que somos privilegiados en tener el sistema sanitario que hay en este país, y también tenemos un grupo de psicólogos a nuestra disposición.
-¿Cómo es Girona? ¿Cuál es su situación actual?
Girona es una ciudad preciosa, llena de vida. Ahora las calles están desiertas, las terrazas de los bares cerradas (nos encanta el café en el bar con amigos, y más ahora en primavera). Sólo están abiertos supermercados, gasolineras y farmacias desde el estado de alarma del 12 de Marzo. Ahora, en Girona, hay 1.771 contagiados, 96 en estado grave de los 644 hospitalizados, los profesionales sanitarios infectados son 516, y hay 181 muertos en total.
-¿El personal de salud es reconocido por los vecinos?
La gente cada día a las 20 sale a los balcones a aplaudir al personal sanitario. Se agradece muchísimo, motiva a seguir luchando. También a la gente que trabaja en supermercados, camioneros, personal de limpieza, que sin ellos sería imposible llevar casi un mes confinados.
Aquí hay mucha gente que se lo toma al pie de la letra el no salir de casa, pero también, como en todos lados, están los que salen a comprar cinco veces al día. Existe mucha preocupación por la economía, la incertidumbre de qué pasará, cuándo podremos hacer vida normal, si los niños volverán al colegio... Opino que los niños son unos campeones, y que lo llevan mejor que los adultos: ¡¡¡aplauso para ellos también!!!
-¿Estás de acuerdo con las medidas que se están tomando en Argentina?
Desde la distancia, pienso que en mi querida y añorada Madariaga están haciendo muy bien las cosas. Que sigan cuidándose como hasta ahora y muchos ánimos que de esta saldremos, y mas vosotros que estáis acostumbrados a hacerle frente a todo lo que se interponga. Esto es serio y hay que ser responsables, no relajarnos y seguir usando mascarillas e higiene, para que pronto podamos abrazar a la familia y los amigos que tanto echamos de menos.
-Contanos algo más acerca de tu vida
Yo vivo en Celtrá, un pueblo a 10 minutos de Girona, con mi hijo de casi 3 años. Se llama Pol. El dice que es argentino pero el nombre lo delata, es bien catalán!!! Mi mamá está a unas pocas calles de mi casa; mis hermanos, cuñados y sobrino en Barcelona.
Aquí un día normal es levantarse temprano, dejar al peque en el cole y aprovechar para limpiar, ir a comprar o comer con los amigos (la gastronomía catalana es una maravilla. Unos mates con mamá, o paseos en la playa o alguna montaña.
Después que pase todo esto valoraremos aún más cada pequeño detalle de nuestro día a día, como también yo que no volveré a pasar 10 años sin ir a Madariaga. Así que, familia y amigos de allá, vayan preparándose que vamos a ir a dar un fuerte abrazo, y unas cuantas risas.
Desde EL MENSAJERO queremos agradecer y felicitar a Gaby por su disposición para la nota. Sabemos que extraña y mucho a Madariaga, por un “detalle”: tiene colgado en una pared de su departamento el sombrero y el poncho que le entregaron cuando fue coronada como Flor del Pago de la Fiesta Nacional del Gaucho, cuando apenas tenía 16 años.